Vida y obra del generalísimo Don Ignacio Allende es una obra mural realizada bajo la dirección del destacado artista David Alfaro Siqueiros, en 1948. Aunque ésta no se encuentra terminada es, gracias, precisamente, a su inconclusión, que puede apreciarse a detalle el conocimiento geométrico de la técnica siqueiriana, que entrega soluciones formales al espectador en movimiento, desde cualquier ángulo que se le mire. Lo que convierte a esta obra en una joya del legado del artista, hoy albergada en el recinto.
Vida y obra del generalísimo Don Ignacio Allende fue realizado en esta sala abovedada de 550 metros cuadrados, considerando muros, naves y pisos, en memoria del general Ignacio Allende, uno de los más enérgicos insurgentes de México.
El proceso de elaboración constó de varias etapas, en donde se analizaron con cuidado y a detalle diversos aspectos arquitectónico-plásticos, que darían vida a un mural que tenía por objetivo la exaltación histórica y política de este caudillo. Al respecto, escribiría Siqueiros: “resolvimos ejecutar una obra en la que vincularíamos la belleza plástica, el ritmo, el movimiento de la geometría, las relaciones de color, los juegos, las texturas, las expresiones, los ademanes, la psicología pictórica, al servicio de una manifestación utilitaria”.
Pensado en un estilo realista, este mural estaba planeado en varias etapas de acuerdo con las circunstancias históricas que determinaron la mentalidad revolucionaria de Allende. Además, el piso sería policromado con cemento coloreado, para acentuar el ritmo de la composición general.
Si consideramos el plan original, podemos apreciar lo que Siqueiros denominó arquitectura dinámica, en la que buscaba la integración de los elementos estructurales del espacio con la plástica, dando como resultado un movimiento acorde con el del espectador.
Este mural entrega soluciones formales desde cualquier ángulo que se le mire, lo cual, caracteriza el trabajo del artista a partir de la década de 1930, y se logra mediante la construcción de un espacio poliangular, que considera al espectador no como una “estatua” fija, sino como un ser que se mueve en una topografía.
Las etapas en las que estaba dividido el mural eran:
1. El bautismo de Allende entre sedas y oro.
2. La niñez rica de Allende.
3. La juventud impetuosa de Allende.
4. Allende estudiante, preocupado por las teorías de la Revolución francesa.
5. Allende conspirador.
6. La chispa de la guerra de independencia.
7. El fusilamiento y la apoteosis simultánea del héroe.
Un final inacabado
Vida y obra del generalísimo Don Ignacio Allende quedo inconcluso en su aspecto iconográfico, como consecuencia de las diferencias entre Siqueiros y Alfredo Campanella, pues este último, tenía una visión mercantil sobre la escuela, que el muralista no compartía.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos canadiense y estadounidense solventaron los costos matriculares de los jóvenes veteranos, alentándolos a asistir a universidades y escuelas. Uno de los espacios aprobados por ambos gobiernos fue la entonces Escuela de Bellas Artes de San Miguel de Allende, con lo que Alfredo Campanella, vio una oportunidad económica importante.
En una carta dirigida a sus alumnos en esta escuela y a la comunidad artística, Siqueiros llamó a boicot, para no aceptar invitación alguna de esta institución, afirmando que “el prestigio de la pintura mexicana moderna no debe ser ya usado con ineludibles fines mercenarios”. Además, consideró que eran engañados los “jóvenes artistas extranjeros que vienen a México atraídos por el interés o el renombre de nuestra pintura moderna”.
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